12.2.07

El espejismo del aprofujimorismo


El Mercurio de Santiago de Chile ha publicado ayer un discutible pero interesante artículo sobre las "pruebas" de una alianza aprofujimorista, que se basa en un supuesto interés del APRA en no dejar que se extradite a Fujimori. Más que pruebas el artículo se basa en suposiciones, aunque con una lógica simple y aparentemente convincente, no acaba de pelar bien las capas de la cebolla.

Las razones por las cuales no ha podido capturar a Fujimori están incrustadas en muchas de las hipérboles con las que se describe y se tiene en el imaginario de muchos a este personaje.
No es ni el Al Capone ni el Pinochet que la clase política actual se ocupó de retratar para sentirse bien en comparación, y tampoco es el ser inmaculado que sus seguidores creen en un obtuso wishful thinking. En un balance más frío de las cosas, Fujimori contundentemente pierde. Deshizo totalmente lo que logró en sus primeros años de gobierno, permitió la institucionalización de la corrupción, la manipulación planificada de los medios y traicionó su propia Constitución. Eso en concreto basta para llevarlo a prisión, como un ejemplo de sanción a su gobierno y castigo político y penal.

Pero cuando cayó Fujimori, no vino un período de reflexión nacional, sino de histeria macartista. Por momentos el mayor desastre del país no había sido Sendero Luminoso sino Fujimori, una visión utilitaria absolutamente para una gran parte de la izquierda que se quería reinvindicar después que se asociara la hoz y el martillo al terror en los 80s. Ahora era el turno se asociar a la derecha con el "fujimontesinismo" y ya todos quedaban igual de estigmatizados, haciendo tábula rasa. Izquierda terruca, derecha fujimorista, y el APRA con el aprocalipsis de Alan. Por esas simplificaciones políticas aún pagamos el precio, y una directa consecuencia de ello fue el peligroso fulgor de Humala en el 2006 y el ascenso al trono del mal menor, un Alan García que nunca dejó de extrañar el poder, en busca de su rehabilitación ante la historia.

Personajes corruptos, junto con los que no lo eran, fueron llevados a juicio, porque la sola cercanía política a Fujimori bastaba como sospecha criminal para allanar el camino a los tribunales de la justicia peruana. Como no se capturó a Fujimori había que triturar cualquier resquicio político que pudiera sostenerlo, al precio que fuera. Nos deslizamos por el tobogán de un útil maniqueísmo político.

Aún falta unos años más para que se contemplen las cosas tal como sucedieron. No sé cuantos. El Perú a veces carece de lentes con las medidas correctas para ver en foco su historia.

Si se hubiera evitado el carnaval de acusaciones para extraditarlo, que en muchos casos solo servían de pociones mágicas para resucitar cadáveres políticos o animar nuevos golems en busca de figuración, si tan solo se hubiera tenido un poco de prudencia y se hubieran hecho acusaciones puntuales y poderosas, si se hubiera hecho un mejor balance de las cosas, Fujimori estaría ahora tras las rejas por buen tiempo y con justa razón.

La apariencia de una alianza Apro-fujimorista se da simplemente por el balance actual de las cosas: pasado el gobierno de Toledo, que debía su popularidad inicial casi totalmente a la lucha contra Fujimori, la cual fue desvaneciéndose rápidamente, el gobierno de Alan García no tiene como cuestión capital del Estado la extradición de AFF. Simplemente ya no es una bandera que genere la popularidad de antes y no la usa. Punto. Y es posible que así, sin que el Estado adelante opinión y haga causa nacional el tema judicial de una sola persona, la extradición de Fujimori sea más factible que con la alharaca de Toledo y compañía, cuando se atacó con "metralleta" prácticamente a la totalidad de los que participaron en el régimen de los noventa, a tirios y troyanos.

Alan es el actor más astuto del escenario político nacional. El Caballo Loco les lleva a todos los demás varios cuerpos de ventaja. No necesita una alianza ni un acuerdo con el fujimorismo, porque no cede nada dejando de perseguir a Fujimori como lo hacía Toledo. Es lo que no entienden muchos iluminados analistas políticos. ¡Alan García no está cediendo nada! A cambio, sí, se ha ganado la complacencia de la bancada fujimorista, que contrasta la situación de este gobierno con el de Toledo, donde cada vez que había una crisis se recurría a ellos como el fantasma de la "mafia fujimontesinista" responsable de cada fallo del régimen de la chakana. Alan García simplemente está aprovechándose de ese contraste. Está usando lo que hizo Toledo con el fujimorismo, en su propio beneficio.

AGP no moverá un dedo para extraditar a Fujimori pero tampoco hará nada para evitarlo. Si Fujimori no es extraditado, simplemente seguirá el escenario actual. Y si Fujimori es extraditado, lo cual tiene más posibilidades una vez que el Ejecutivo dejó de perseguirlo y dejo las cosas en manos del poder Judicial, Alan se lavará las manos con el fujimorismo y no se le echará la "culpa" y también seguirá el escenario actual en el Congreso. Todo ganancias, nada pérdidas.

No me parece coincidencia que sea la izquierda la que más insista en incidir en el tema del "aprofujimorismo". El cálculo es simple y puramente político: apostar a que el APRA para compensar esa imagen incluya más izquierdistas en el gobierno y más planteamientos de izquierda en la economía.Es una buena movida pero creo que es un poco obvia.

Cuando se tiene un rival, es mejor verlo en su justa medida, y no subestimarlo o pintarlo con cuatro pinceladas fáciles.Fujimori tiene que pagar penitencia aquí por lo que hizo, por la exacta dimensión de sus obras. Por un gobierno que comenzó con grandes logros, pero que acabó encallado en un lastimoso pantano de miseria, manipulación y corrupción por querer prolongarse ad náuseam, naufragando muchos buenos proyectos y valiosos tripulantes con él.

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