Recibí la noticia este 13 de Mayo, algo resaqueado por recibir mi cumpleaños con la fiesta patronal de rigor y esperando en un infame restaurante de Pachacámac un arroz con pato que nunca llegó. El lugar escogido de manera caprichosa por mi Mamama, mi querida abuelita, para pasar el día de la Madre tenía un conjunto musical entre criollo y cumbiambero que ponía el guitarreo de rigor. Entre tonderos y caballos viejos de la sabana, repentinamente el vocalista hizo un alto en su repertorio para solidarizarse con las familias del grupo Néctar, que habían muerto hace unas horas en Argentina, víctimas de un extraño accidente automovilístico. Los acordes del grupo comenzaron a sonar con El Arbolito y años de viaje en combi con esa canción, un clásico del grupo, vinieron a mi memoria.
Nunca había llorado por ningún cariño
pero por aquel arbolito lloro como un niño
aquel arbolito, donde están escritos
tu nombre y el mío
tu nombre y el mío
Esta era mi canción de combi favorita. Néctar ha muerto a bordo de una de ellas. Yo realmente los apreciaba y he sentido una tristeza que no me provocaron ni la muerte de Cobain, ni la de Shannon Hoon de Blind Melon, la voz de mi siempre bienvenida No Rain. Quizá ha sido porque no fue una muerte autodestructiva o quizá por sentir que su música, así como la de otros géneros con mejor fama, ha sido parte de la juventud que quiere irse con los calendarios. No sé decirlo a ciencia cierta, salvo que no me provocaba irme a dormir sin despedirlos como un grato recuerdo.
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