8.4.08

Si ahora me quieres creer, tralálá


Qué duda cabe: la vida consiste, entre otras cosas, en salir del caparazón bivalvo del blanco y negro para apreciar la amplia escala de grises que decora el mundo. Incrustado dentro del espectro de bueno, el malo y el feo, está la sabandija, el esterotipo del escurridizo con propiedades camaleónicas que se las ingenia para engañar al más suspicaz.

No es malvado per sé, pero sí sumamente egoísta y oportunista. Dice las palabras que justo quiere escuchar el poderoso de turno, cerca de su propio oído, parándose como un mono en su hombro y luego justo hacer lo mismo con el siguiente, porque el poder es efímero, pero la naturaleza de la sabandija tiene la facultad de trascenderlo. Su mérito consiste en no solo cautivar masas ingenuas, sino personas perspicaces, y además lograr que su nuevo amo sospeche menos de su oportunismo flagrante.

El especímen Umberto Jara nos ayudará a dejar claro el ejemplo. Conocido por ser un difamador profesional en la época más cochina del fujimorato, coordinaba con el mismo Montesinos los contenidos del nefasto programa "Hora 20", mezclando mentiras con verdades para dañar a los enemigos del poder de turno. Caído Fujimori, la sabandija toma un sabio retiro y reaparece justo en el hombro de los enemigos de su anterior amo. Se las ingenia para ejecutar un disparo que mata a varios pájaros de un solo tiro: mientras declara como testigo contra Fujimori, se pone a la altura de periodistas intachables como Uceda o Gorriti, aprovecha para marketear su poco riguroso libro (suerte de Hora 20, pero ahora con un blanco distinto), obtiene puntos para reconciliarse con el establishment periodístico e intenta ser el héroe periodístico que entierre definitivamente al villano de moda, el asesino Fujimori.

Los videos de Martín Rivas mostrados son su única carta fuerte, y aunque no son determinantes judicialmente, sí son contundentes. Por lo demás, sus argumentos como testigo han resultado endebles y basados en conjeturas. Mientras tanto, la prensa (muchos de cuyos colegas lo conocen con un apelativo que no reproduciré acá) se debate entre el dilema de darle credibilidad a alguien que es conocido por su lengua veloz y su sabandijismo abierto, o menospreciar su testimonio a pesar que tiene impacto mediático (que tiene tanta fuerza como una prueba contundente en el sistema judicial de nuestro país) en el juicio al ex-presidente.

El poder de la sabandija no se puede menospreciar: el moderado y sobrio Álvarez Rodrich, director de Perú21, entró en un rápido y mortal conflicto, con su columnista Beto Ortiz, quien se negaba a escribir en un medio que le comenzaba a tentar a Jara, a quien conoce demasiado bien. Medios como La República comienzan a tratar con contemplaciones y peros a su anterior mortal enemigo. En nuestra dimensión blogosférica, El Morsa y Luis Aguirre de BloodyHell se enfrentan en su nombre y además por ver quien será el maestro pokemón y hasta nuestro siempre despierto Ocram, medio entrecierra los ojos ante el canto del Jigglypuff Umberto Jara: "si ahora me puedes creer, al Chinorata en la cárcel podrás ver".

Tralálá.

2 comentarios:

Gastón dijo...

Pelearse por el patín en la blogosfera? Hay que ser bien monse, francamente.

Rita Vera dijo...

Detesto a Humberto Jara, odio que le esten haciendo tanto caso, y sobre todo es detestable que despues de 7 años la fiscalia no pueda reunir mas pruebas que incriminen al chino rata mas que recurriendo a Jara.

Ademas ¿por que no habla sobre Montesinos?.

Lo de Peru21 lei las cartas entre Ortiz y Alvarez y la verdad es que por muy bien que me caiga Beto, no debe chantajear a quien nunca le dio la espalda y con quien siempre tuvo tribuna.

Primera vez que visito tu blog.