Da miedo cuando el gobierno propone cosas tales como la candidatura peruana a las Olimpiadas del 2016. Creo que la palabra miedo se me queda corta.
Vértigo.
Terror.
Porque revela simple y llanamente que el gobierno NO TIENE UNA PUTA IDEA DE LA REALIDAD NACIONAL. Disculpen la expresión, pero una idiotez de tal magnitud no puede medirse con palabras menores, ni excusarse en un optimismo oligofrénico. ¿Saben qué parece? Que realmente se han tragado el rollo de las cifras macroeconómicas como único y excluyente factor de importancia, que sí habitan en una torre de marfil cuya argamasa es la baba de muchos economistas herederos de los Chicago Boys, a quienes lo único que importa es una curva se dobla sensualmente hacia arriba en una tabla de dos entradas y no que esa curva solo beneficie con ganancias estratosféricas a un puñado de lampreas avaras que depositan la mayoría de ese dinero en paraísos fiscales fuera de la nación.
No saben que estamos lejos de muchas metas, que recibimos a la reunión ALC-UE con una ciudad en ruinas y caos. No saben que si hablamos de resultados toda esta década la disminución de la pobreza no va de la mano con las cifras que los hacen eyacular cada vez que reciben el elogio de alguna gorda que lucra de la especulación en Wall Street. No saben que las cifras en azules son solo la mitad del camino, y que la otra mitad es como se reflejan esas cifras.
En fin. La idea de las olimpiadas peruanas en el 2016 solo nos demuestra que el gobierno ha tenido éxito en autohipnotizarse. Es peor que mentirnos, dado que por lo menos el gobernante mentiroso está al tanto que hay un problema y lo disfraza con la mentira hasta ver qué demonios hace. El autohipnotizado cree que todo va bien, y si oye a la orquesta que sigue tocando mientras se hunde el Titanic no parece tener problemas con esa molesta inclinación en el barco.
Entonces, así es: quizá no podemos esperar nada más del gobierno de lo que hemos visto hasta ahora. El cambio responsable ha recibido con esto una tragicómica partida de defunción. Alan García demuestra ser, a pesar de todo lo que se jacta, un estadista de cuarta y un desconocedor de la historia, ya que estamos repitiendo la historia del guano en el s.XIX, o incluso peor. No hay la más mínima idea de cómo hacer sentir el crecimiento económico en la nación, porque sencillamente ver la cifra les basta, sin importar quien se la esté llevando.
Afortunadamente hay quienes pueden tomar con un poco menos de hígado que yo este tema. Carlos Wertheman, el Invazor C, ha lanzado una convocatoria para buscar sede, mascota y lema para las Olimpiadas peruanas.
Vértigo.
Terror.
Porque revela simple y llanamente que el gobierno NO TIENE UNA PUTA IDEA DE LA REALIDAD NACIONAL. Disculpen la expresión, pero una idiotez de tal magnitud no puede medirse con palabras menores, ni excusarse en un optimismo oligofrénico. ¿Saben qué parece? Que realmente se han tragado el rollo de las cifras macroeconómicas como único y excluyente factor de importancia, que sí habitan en una torre de marfil cuya argamasa es la baba de muchos economistas herederos de los Chicago Boys, a quienes lo único que importa es una curva se dobla sensualmente hacia arriba en una tabla de dos entradas y no que esa curva solo beneficie con ganancias estratosféricas a un puñado de lampreas avaras que depositan la mayoría de ese dinero en paraísos fiscales fuera de la nación.
No saben que estamos lejos de muchas metas, que recibimos a la reunión ALC-UE con una ciudad en ruinas y caos. No saben que si hablamos de resultados toda esta década la disminución de la pobreza no va de la mano con las cifras que los hacen eyacular cada vez que reciben el elogio de alguna gorda que lucra de la especulación en Wall Street. No saben que las cifras en azules son solo la mitad del camino, y que la otra mitad es como se reflejan esas cifras.
En fin. La idea de las olimpiadas peruanas en el 2016 solo nos demuestra que el gobierno ha tenido éxito en autohipnotizarse. Es peor que mentirnos, dado que por lo menos el gobernante mentiroso está al tanto que hay un problema y lo disfraza con la mentira hasta ver qué demonios hace. El autohipnotizado cree que todo va bien, y si oye a la orquesta que sigue tocando mientras se hunde el Titanic no parece tener problemas con esa molesta inclinación en el barco.
Entonces, así es: quizá no podemos esperar nada más del gobierno de lo que hemos visto hasta ahora. El cambio responsable ha recibido con esto una tragicómica partida de defunción. Alan García demuestra ser, a pesar de todo lo que se jacta, un estadista de cuarta y un desconocedor de la historia, ya que estamos repitiendo la historia del guano en el s.XIX, o incluso peor. No hay la más mínima idea de cómo hacer sentir el crecimiento económico en la nación, porque sencillamente ver la cifra les basta, sin importar quien se la esté llevando.
Afortunadamente hay quienes pueden tomar con un poco menos de hígado que yo este tema. Carlos Wertheman, el Invazor C, ha lanzado una convocatoria para buscar sede, mascota y lema para las Olimpiadas peruanas.
A la vez, Marco Sifuentes, Ocram, nos ha dejado en UteroTV un video promocional de la über-hipotética justa deportiva, donde se pone de manifiesto el gran interés del estado en todas las disciplinas de competición.
La ostra gigante es el único ser que se me viene a la cabeza como mascota de las olimpiadas de Alan. Confunde el pensar en grande como estadista con el delirar del demente desconectado de la realidad.
La ostra gigante es el único ser que se me viene a la cabeza como mascota de las olimpiadas de Alan. Confunde el pensar en grande como estadista con el delirar del demente desconectado de la realidad.
1 comentario:
Pues para mascota serían capaces de presentar a Ly Fun, y llegará el momento que pidan que se levante una escultura a tal perro, pero a mi costado votan por que sea un Cuy.
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