16 de Junio del 2008. La población de la región Moquegua bloquea el puente Montalvo en la Panamericana Sur en protesta a sus reclamos desoídos acerca de la repartición del canon minero con la vecina región Tacna. Como consecuencia, Tacna se convierte en una plaza aislada del país. El gobierno intenta disolver el bloqueo de la vital carretera con fuerzas policiales, y los miles de manifestantes, cada hora en mayor número, se preparan para la acción.
Cien policías son hechos prisioneros, y el general que comandaba la operación, también capturado por los pobladores, aparece en la TV nacional pidiendo perdón y excusándose en que solo cumplía su deber.
19 de Junio del 2008. El gobierno accede a conversar con los lideres de la protesta y se llega a un acuerdo con éstos. El bloqueo termina y los pobladores se retiran pacíficamente.
¿Es necesario que se lleguen a medidas de fuerza como el bloqueo de carreteras o a derrotas espectaculares para las fuerzas del orden, como la captura de un centenar de policías para que el Gobierno se siente a dialogar?
¿No es mejor identificar el conflicto en su germen con un buen (y bien encaminado) sistema de inteligencia, no para la represión y el amendrentamiento, sino para el correcto input de datos y análisis que permitan identificar qué reclamos son viables de solucionar o urgentes de tratar? ¿El gobierno está ciego fuera de Lima? ¿Cuánta información real del país más allá de Ancón, Pucusana y Chosica llega a Palacio de Gobierno?
A mí me complace esta lección dada por un movimiento de pobladores al gobierno y no me convence esta vez el argumento de la manipulación o los agentes "extraños" como titireteros, porque cuando una situación de clamor popular es considerada invisible por quienes son responsables de resolverla, situaciones peores que este escenario pueden haber sido desencadenadas.
Diálogo no es debilidad cuando nadie aún ha levantado el puño. La anticipación a los problemas parece convertirse en algo más complicado que la teoría del campo unificado para el Gobierno, cuando en realidad estos problemas no están escondidos sino expuestos a gritos por la población. Pero estos no se escuchan. El Ejecutivo se ha puesto audífonos con música autocomplaciente y solo se los quita cuando ve que hay mucho humo y fuego en su living room.
Dos lecciones de seguridad nacional después de la batalla de Moquegua:
1. A nuestro país basta ponerle el dedo encima de una arteria como la excesivamente vital carretera Panamericana para originar una crisis y desabastecer completamente a una región como Tacna.
2. El error de la regionalización apresurada no solo por Toledo, sino por el APRA, que siempre bregó por ella de manera demagógica y poco preparada, se asoma como un nuevo factor de fragmentación del país. Una regionalización mal llevada que nos ha llevado a un escenario de un país con 25 presidentes, desperdicio de recursos por ignorancias administrativas, nacientes (y estúpidas) disputas fronterizas entre regiones, y a un descontrol nacional potencial solo sugerido por este escenario reciente.
¿Quién hubiera imaginado hace 10 años a Moquegua y Tacna enfrentadas como enemigos mortales? Si ambas regiones contaran con cuerpos armados propios, quizá se hubieran declarado la guerra.
La torpe forma en que se concretó la regionalización parece convertirnos en un país de todos contra todos, como si problemas de fragmentación cultural no nos faltaran. Y lo peor es que ya no hay marcha atrás, porque quiero ver quien es el suicida que intente quitarle las potestades actuales a las regiones. No encuentro solución inmediata a este problema de fragmentación política.
2 comentarios:
Veo que la cosa está movidita por allí... uff...
Es interesante cómo casi espontáneamente se puede derrotar a las fuerzas policiales, supuestamente preparadas para este tipo de acciones. La policía, en el fondo, no sirve para nada, muy a pesar de los esfuerzos para realzar su labor. Un buen trabajo policial habría sido investigar de antemano si efectivamente existe injerencia de terceros en el tema, investigar su peligrosidad y actuar según eso.
Lo que es inadmisible es que el gobierno espere a que la población se levante para recién tomarlos en cuenta. Es realmente peligroso tener a un gobierno que no se siente a negociar, porque socava el propio orden que dice defender. Además, caldea los ánimos para que otras regiones se levanten.
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