El presidente ruso Medvedev ha aceptado los términos propuestos por la Unión Europea, en la visita del presidente francés Sarkozy a Moscú, para un cese de hostilidades en el conflicto con Georgia. Contra lo que el gobierno norteamericano y georgiano proclamaba, la ofensiva rusa no ha continuado, al menos por ahora, hasta una completa ocupación de Georgia, por lo que la capital de este país, Tblisi, respira aliviada después que su población comenzó a prepararse para lo peor. Las fuerzas rusas y georgianas se retirarán hasta sus posiciones iniciales del statuo quo que reinó hasta el 7 de Agosto.
Si bien meterse con un aliado norteamericano tiene un costo diplomático y mediático, ya que los medios de ese país encabezados por la CNN y muchos columnistas de opinión comenzaron desde el primer día a retocar la realidad, presentando la guerra como una agresión rusa y no como la reacción de este país ante el ataque de las fuerzas georgianas, el balance de este episodio ha sido favorable a Rusia.
1. Corto plazo.
Rusia no fue el país agresor. Cualquier persona medianamente informada puede acceder a lo que pasó el 8 de Agosto: un ataque georgiano premeditado y total contra la población civil de Tshinkvali, en Osetia del Sur. La mayoría de víctimas corresponden al primer día de la guerra, los caídos por el ataque de artillería de Georgia.
Si como dicen algunos analistas, esto fue una trampa rusa para obligar al presidente georgiano Saakashvili a atacar Osetia y provocar una intervención rusa, pues les salió muy bien: Saakashvili estúpidamente ordenó un ataque que le costó la vida a 2000 personas el día de la inauguración de las Olimpiadas. Si Fidel Castro hubiera bombardeado Guantánamo el mismo día y con el mismo costo en vidas, Cuba acabaría bajo las aguas del Mar Caribe en cuestión de horas. La reacción rusa no fue "desproporcionada" como dijo Bush.
Rusia accede a una posición de ventaja para resolver la cuestión de la independencia de Osetia del Sur y Abjazia, regiones pro-rusas que luchaban para un reconocimiento internacional como países separados de Georgia. Probablemente se realicen referéndums en dichas regiones para decidir entre su autonomía, su pertenencia a Georgia o a Rusia. La tercera opción es la más popular en ambas repúblicas separatistas.
2. Mediano plazo
La revancha de Kosovo. Este episodio con Osetia del Sur parece ser una reedición de la guerra de Kosovo pero al revés. En aquella ocasión, los EEUU perjudicaron a un aliado ruso, y este no pudo tomar más acciones que protestas formales e indignación de cámara. Esta vez, se trata de un aliado norteamericano, perjudicado y derrotado por Rusia, y de unos EEUU incapaces de tomar más medidas que las protestas y enseñar un poco los dientes. Con los brazos ocupados en Irak y Afganistán, los EEUU no tenían otra chance a pesar que Georgia los ayudaba con 2000 soldados en Irak. Los georgianos no han visto quid pro quo. Saakashvili pensaba que había acumulado puntos bonus para recibir ayuda miliyar norteamericana en su aventura, pero no le alcanzó ni para una plancha. Una mala señal para el prestigio norteamericano entre sus aliados ex-soviéticos como Khirguistán, Azerbaiján o Letonia, que quizá marca el límite de hasta donde pudo medrar EEUU de la caída de la URSS.
Rusia se sitúa cerca, muy cerca, del estratégico oleoducto turco-georgiano. La economía del oso ruso está basada en estos momentos en sus exportaciones energéticas y el mencionado oleoducto es una seria competencia a sus líneas de abastecimiento.
La OTAN se esfuma, por ahora, del Cáucaso. La Georgia de Saakashvili pugnaba por entrar en la OTAN para lograr una mayor invulnerabilidad para su país y cumplir sus sueños de reincorporar Osetia del Sur y Abjazia por las buenas o por las malas. Esta candidatura tuvo el apoyo de los EEUU mas no así de la Unión Europea. La operación sobre Tshinkvali y la reacción rusa han convertido a Georgia en un candidato no deseable, y libra a Rusia de tener a la Alianza Noratlántica como una mina bajo sus pies caucásicos.
3. Largo plazo.
Rusia se recupera de 1991. La fulminante e históricamente anómala forma en que cayó la URSS, creando 15 países en su lugar en solo un año, ocasionó vacíos de poder en la región que, por la debilidad rusa, fueron llenados por la potencia unipolar norteamericana. Ha tomado casi dos décadas para que Rusia recupere la influencia sobre territorios que estuvieron por siglos bajo su dominio imperial, lo que ha creado una situación de tensión entre el statu quo que se originó en 1991 y la tradición histórica que quizá sea pólvora de más problemas a futuro. Regiones enteras como los países bálticos, a menos que suceda una catástrofe, jamás volveran al seno ruso, debido al odio de estonios, letonios y lituanos hacia sus antiguos amos. Una situación distinta es la de Ucrania, dividida en un este pro-ruso y un oeste pro-occidental, y que fue parte vital de la URSS. Mientras que en Asia Central, las relaciones rusas con Kazajastán y sus vecinos son más estables por la alta interdependencia económica, pero donde también la presencia norteamericana ofrece un campo de confrontación de influencias.
Finalmente: Rusia nunca volverá a ocupar el lugar de la URSS, al menos durante este siglo. Su población se encuentra disminuyendo, con 140 millones de habitantes para un territorio de 17 millones de km2. y su potencial depende de la petroeconomía y no de una vigorosa industria o comercio. Militarmente está debajo de una enorme ventaja de los EEUU y la OTAN. Todas estas razones descartan a Rusia como el monstruo amenazante que se disputaba el mundo con Inglaterra el siglo XIX y que muchos analistan consideran todavía así por inercia histórica. A pesar de ello, el gobierno de Vladimir Putin ha restaurado algunos aspectos de la dañada y decadente Rusia de los 90s, y planea reconstruír varias de las ventajas perdidas por lo menos a nivel regional. Putin, que sigue siendo el factor más importante en el gobierno de Rusia por encima de su padawan Medledev, no es ningún aventurero, sino un sujeto calculador que sabe avanzar paso por paso y no come tajadas grandes sin antes partirlas en pedacitos. El manejo del conflicto con Georgia ha demostrado un uso políticamente eficaz de la fuerza militar, así como un frío manejo para no dejarse llevar por las victorias fulminantes y saber cuando decretar un estratégico alto al fuego. Una administración de crisis brillante sin lugar a dudas, en que se han maximizado las ganancias y se ha hecho perder a los rivales inmediatos como Georgia y a los de peso, como los EEUU.
Pero ...
Me parece que las piezas del ajedrez norteamericano aún no se acaban de mover en su totalidad. Cuesta creer que Saakashvili, por más obtuso que sea, pueda haber arriesgado a su país a una gran catástrofe sin antes haber contado con el aval norteamericano, que influía en Georgia casi como un estado satélite. Nadie ataca a un gigante como Rusia sin contar con unas garantías mínimas. ¿Han sacrificado los norteamericanos a un peón por un resultado mayor a futuro? Casi puedo apostar a que esto corresponde a una movida con muchas jugadas de adelanto en la mente de quien la ha planeado.
Por eso, por ahora el balance es favorable a Rusia a corto, mediano y largo plazo, pero no toda la jugada ha sido revelada y quizá tome unos años más el contemplarla en su totalidad.
2 comentarios:
que buen articulo, es una mirada panoramica de la guerra, me aclaro ciertas dudas que tenia, pero simpre quedara el porque Saakashvili ataco um gigante como rusia, sin apoyo de otro gigante, incluso el mismo en los varias deseperadas conferiencias de presa que daba en ingles, reclamaba efusivamente el desde de EE. UU.
Buen artículo. Me dió una visión general del conflcito.
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