En las elecciones de ayer alcanzó 21% frente al 46% del uribista Santos, lo que ha ido contra todas las expectativas despertadas en las redes sociales. Mockus parecía contar con una explosiva popularidad de 35% que creció con la fuerza de un viral y se alimentó de encuestas que probaron ser engañosas. Si bien llegó a la segunda vuelta, el resultado de la primera donde el uribista deja literalmente doblado al filósofo, resulta desalentador para quienes veían en la "ola verde" una curva ascendente e imparable, cargada de valores ciudadanos y deslizándose en una tabla hawaiana 2.0.
En Latinoamérica es una ilusión creer que los problemas trending topic de las redes suelen ser los mismos que afectan a la mayoría de nuestra población desconectada. Al ver ayer el discurso de Mockus, donde hacía énfasis en la ecología y el agua mientras organizaba slogans-mantra, se podía atisbar porque pega tanto con el estilo neo-hippie de las redes sociales y tan poco en el resto.
Aún así, existe la posibilidad de plantear iniciativas con cierto nivel de impacto como "Chapa tu Paradero" del tuitero @bobsparz. En ese caso solo se necesitó mover a una pequeña fracción de interesados para lograr un resultado notorio y llamar la atención sobre el escandaloso sistema Metropolitano de buses. Los ciudadanos que no se reúnen hace tiempo a conversar en plazas desde el auge de la TV, intercambian ideas e información a través de las nuevas facilidades. El panorama es alentador para nuevas mecánicas de política, pero como leí una vez en Ásterix "no se puede vender la piel del jabalí sin antes cazarlo".
Las ágoras vuelven, pero lentamente. Por encima de las ilusiones rotas y de expectativas desmedidas, que alguien como Mockus logre 20% es significativo pero todavía es una suerte de flashforward , un vistazo quizá distorsionado del futuro. El presente es distinto. Es uno donde Santos representa el deseo colombiano por continuar el espíritu de un exitoso y popular ochenio uribista, que a pesar de sus sombras, tiene más luces qué exhibir, entre ellas lograr un alto grado de seguridad interna manteniendo la institucionalidad democrática.
No hay todavía ninguna revolución en la manera de hacer política, pero sí un camino trazado. Es nuestro deber evitar confundir los planos de un arquitecto con un edificio construído. Que la diferencia solo sea el tiempo.
Para más detalles sobre el proceso electoral colombiano, es necesario seguir el blog de Carlos Meléndez, quien in situ ha acertado en retratar previamente el escenario del Domingo. Sí, @eljorobado was right.
1 comentario:
Hasta que retornaste. Se te extrañaba Andrés. Esto que dices es muy cierto, la movida de la internet no siempre coincide con la de las masas. Lo veo y leo todos los días, cuando entro al Facebook o por medio de los feeds RSS: la "gentita" de siempre, se mueve y hace "bulla virtual", por muchos problemas graves (y a veces no tanto), pero son una minoría, pues el ciudadano de a pie o el obrero y las amas de casa, que pueden o no tener internet, tanto aquí en Lima, como en Bogotá o Buenos Aires, o no está muy metida en las idas y venidas de lo que se cuchichea en las redes sociales, o simplemente, lo leen, pero toman partido distinto en la vida real, donde sus intereses reales están por sobre sus opiniones lanzadas desde el anonimato que te da el "nick".
Si esto es válido como teoría, con Colombia, pues supongo que podríamos analizar lo que pasa en el laboratorio social de las elecciones del 2011, aquí en Perú, cuando se cojan de las mechas Castañeda, Baily, Keiko, Humala, y probablemente Toledo.
A ver si te conectas más seguido pues nunca me pierdo tus publicaciones.
Publicar un comentario