En Perú han terminado las elecciones más interesantes y jugosas en mucho tiempo. Más que las presidenciales de 2006, si me presionas. Mientras la ONPE sigue usando los ábacos de la más avanzada tecnología para contar los votos, iré escribiendo algunas de las lecciones que nos va dejando esta guerra balcánica local, preludio de la Gran Guerra que vendrá en las presidenciales 2011.
Y como no dan para resumirlas en un solo post, vamos por partes como Jack manda.
(I)
¿Adiós al efecto arrastre?
Las elecciones tanto en la capital como en las regiones del Perú han evidenciado la casi desaparición del famoso "efecto arrastre" donde un candidato popular lograba un voto similar en la lista paralela.
En Lima, la izquierdista Fuerza Social no logró que se marcaran sus dos símbolos de manera simétrica, obteniendo un 38% en su propuesta provincial que no se reflejó para nada en sus propuestas distritales, en las que es seguro no obtendrá un solo triunfo. En un caso similar pero en sentido inverso, el PPC-UN demostró fortaleza en muchos de sus candidatos distritales, obteniendo hasta el momento casi una veintena de distritos limeños, pero en los mismos no se pudo ver un trasvase de esa popularidad a Lourdes Flores, la candidata provincial. Un ejemplo de ello se encuentra en el distrito electoralmente más importante de Lima, San Juan de Lurigancho. El candidato distrital de PPC-UN ganó las elecciones distritales, pero FS aventaja considerablemente las preferencias provinciales.
En el resto del país, la tendencia es más visible aún porque, a diferencia de la capital, la elección de presidentes regionales da la chance de una tercera lista paralela. Se ve con más claridad que los resultados difieren en la mayoría de los casos entre victorias regionales, provinciales y distritales. Otra vez, voto arrastre en picada. Sin mencionar que si comparamos una región con otra cambian casi todos los actores políticos y los que son comunes, salvo el caso de APP en el norte, no han podido ganar más de una región.
Este nuevo escenario podría evidenciar tres cosas:
1. Presencia casi total de la consabida y establecida desideologización, sumada a la ausencia de apego partidario mínimo (lo que llamarían en marketing, "lealtad a la marca"). Incluso los caudillismos no tienen más radio de acción que su propia circunscripción. En Lima, no parece haber existido el menor conflicto en votar por una alcaldesa provincial de izquierda y un alcalde de distrital de derecha (caso no solo de PPC-UN, sino de Somos Perú, incluso de Siempre Unidos). El pensamiento Deng Xiao Ping ha ganado en el Perú: no importa de qué color sea el gato, con tal que cace ratones.
2. Después de 30 años de procesos electorales contínuos, una mayoría sabe que no va a viciar su voto si no marca "los dos corazones" o "las dos estrellas" o "los dos mapas". La flexibilidad que permiten las listas paralelas le ha ganado definitivamente la batalla a la propaganda electoral.
3. Mayor conciencia de la diferencia de circunscripciones y de la realidad vecinal "micro y macro". El elector sabe que el alcalde de su distrito no es bueno "per sé" al pertenecer a una lista que prefiere en la provincial, y viceversa.
Los puntos 2 y 3 nos hablan sobre qué lejano está el año 1989, donde los limeños marcaron "los dos arbolitos" de OBRAS sin saber que el candidato provincial, Belmont, no había presentado candidatos distritales.
Es decir, aunque usted no lo crea, podemos ver que se vota menos a ciegas que hace 20 años. Y por ello, nuestros ya débiles partidos políticos han pagado caro, estancados en estrategias políticas y electorales de los años 80s. Porque si el mensaje al electorado general consiste en inventar un ícono, poner un cartel y hacer pintas sin muchas ideas atrás, (o ninguna), pues cualquiera comienza a sentirse llamado para hacerlo.
Y por allí abordaría el punto 4, pero está relacionado con un tema que merece ser tratado aparte: la ya mencionada fragmentación política.
Las elecciones tanto en la capital como en las regiones del Perú han evidenciado la casi desaparición del famoso "efecto arrastre" donde un candidato popular lograba un voto similar en la lista paralela.
En Lima, la izquierdista Fuerza Social no logró que se marcaran sus dos símbolos de manera simétrica, obteniendo un 38% en su propuesta provincial que no se reflejó para nada en sus propuestas distritales, en las que es seguro no obtendrá un solo triunfo. En un caso similar pero en sentido inverso, el PPC-UN demostró fortaleza en muchos de sus candidatos distritales, obteniendo hasta el momento casi una veintena de distritos limeños, pero en los mismos no se pudo ver un trasvase de esa popularidad a Lourdes Flores, la candidata provincial. Un ejemplo de ello se encuentra en el distrito electoralmente más importante de Lima, San Juan de Lurigancho. El candidato distrital de PPC-UN ganó las elecciones distritales, pero FS aventaja considerablemente las preferencias provinciales.
En el resto del país, la tendencia es más visible aún porque, a diferencia de la capital, la elección de presidentes regionales da la chance de una tercera lista paralela. Se ve con más claridad que los resultados difieren en la mayoría de los casos entre victorias regionales, provinciales y distritales. Otra vez, voto arrastre en picada. Sin mencionar que si comparamos una región con otra cambian casi todos los actores políticos y los que son comunes, salvo el caso de APP en el norte, no han podido ganar más de una región.
Este nuevo escenario podría evidenciar tres cosas:
1. Presencia casi total de la consabida y establecida desideologización, sumada a la ausencia de apego partidario mínimo (lo que llamarían en marketing, "lealtad a la marca"). Incluso los caudillismos no tienen más radio de acción que su propia circunscripción. En Lima, no parece haber existido el menor conflicto en votar por una alcaldesa provincial de izquierda y un alcalde de distrital de derecha (caso no solo de PPC-UN, sino de Somos Perú, incluso de Siempre Unidos). El pensamiento Deng Xiao Ping ha ganado en el Perú: no importa de qué color sea el gato, con tal que cace ratones.
2. Después de 30 años de procesos electorales contínuos, una mayoría sabe que no va a viciar su voto si no marca "los dos corazones" o "las dos estrellas" o "los dos mapas". La flexibilidad que permiten las listas paralelas le ha ganado definitivamente la batalla a la propaganda electoral.
3. Mayor conciencia de la diferencia de circunscripciones y de la realidad vecinal "micro y macro". El elector sabe que el alcalde de su distrito no es bueno "per sé" al pertenecer a una lista que prefiere en la provincial, y viceversa.
Los puntos 2 y 3 nos hablan sobre qué lejano está el año 1989, donde los limeños marcaron "los dos arbolitos" de OBRAS sin saber que el candidato provincial, Belmont, no había presentado candidatos distritales.
Es decir, aunque usted no lo crea, podemos ver que se vota menos a ciegas que hace 20 años. Y por ello, nuestros ya débiles partidos políticos han pagado caro, estancados en estrategias políticas y electorales de los años 80s. Porque si el mensaje al electorado general consiste en inventar un ícono, poner un cartel y hacer pintas sin muchas ideas atrás, (o ninguna), pues cualquiera comienza a sentirse llamado para hacerlo.
Y por allí abordaría el punto 4, pero está relacionado con un tema que merece ser tratado aparte: la ya mencionada fragmentación política.
(continuará ...)
3 comentarios:
Corrección, para 1989 Belmont no presento ningún candidato distrital y el lema era "marca el arbol", para las siguientes, que debían ser el 92 pero por el golpe y el CCD fueron el 93, si que presento candidatos distritales pero no en todos los distritos, y ahí si que el lema era el de "marca los dos arbolitos", se decía que gano en las distritales de un distrito que no se había presentado, pero de eso no estoy seguro. Lo de que si estoy seguro fue que en esas elecciones la lista de Caceres solo logro ganar la alcaldía de Jesús María con el nefastamente recordado Valenza.
Como siempre, excelente lectura de lo que está sucediendo. Los electores ya no se dejan convencer por estos politiquillos y sus carteles. Ideal sería el día que toda la propaganda se mueva por la internet y dejen de ensuciar las calles con tanto cacharro horroroso.
Muy buena Andrés. Estoy a la espera de la siguiente parte de este mega-artículo.
A ver cuando por fin nos juntamos con la gentita.
Sobre el punto 2: cierto, antes se hacía creer a la gente que sólo marcando igual valía el voto. Esta vez ni el 10% creo que ha marcado lo mismo!
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