30.12.06

La Sociedad de los Dictadores Muertos


Saddam Hussein, uno de los peores carniceros del siglo XX, yace en esta fotografía con la cabeza torcida, al parecer vestido de terno y envuelto en una precaria mortaja. Mientras se columpiaba brevemente en la horca, miles de familiares de sus víctimas quizá sintieron que se hacía justicia. El dilema para los iraquíes es quien sostiene la cuerda: las fuerzas de ocupación norteamericanas. El saldo de sus acciones ha resultado peor que la dictadura de Hussein: el país en ruinas, en una obvia guerra civil, fraccionado, y con casi 3% de la población aniquilada después del 2003.

Iraq parece condenado a mediano plazo. Las fuerzas norteamericanas han sido el causante de la explosión de violencia, pero a su vez, su retiro dejaría una gran probabilidad del recrudecimiento de la guerra civil y quizá el fin de Iraq como Estado. No parece haber solución, mientras el cuerpo de un dictador se mueve pendularmente en el patíbulo. Si Pinochet no merecía ser llorado, Saddam Hussein con muchísimas razones más ni siquiera merece un ay. La preocupación es que mientras el primero muere de causas naturales mucho tiempo después de sus grandes crímenes, Hussein es derrocado, capturado y convertido con su muerte en un símbolo de resistencia contra el extranjero para muchos iraquíes sunitas. De haber quedado vivo y encerrado, podría haberse evitado el recrudecimiento de la violencia que se ve venir.

Cabe esperar solo días más negros para la vieja Babilonia.

No hay comentarios.: