La razón de este post es simple: compartir la emoción hasta la médula cuando Charles Chaplin es puesto al frente de los micrófonos del aparato de propaganda que su paródica dictadura instala en medio del desfile triunfal sobre Osterlich, confundiendo al Vagabundo con el despótico Hynkel. La última frase del gobernante de Tomania antes de desaparecer de la trama es "¡Patos!". En cambio las últimas frases del Vagabundo son distintas:
Y esta es la versión en inglés, para quienes quieran disfrutar a Chaplin en el idioma original.
Electrizante no solo por el contexto, enfrentándose al hombre más nefasto del siglo XX en 1940, cuando todos los frentes de batalla le daban solo victorias a Hitler. No solo porque de pronto el cómico Vagabundo te mira de frente y zamaquea al auditorio con una oratoria de matices totalmente distintos a su expresión corporal. Es electrizante porque lo dicho en la década más crucial, sangrienta, inhumana, pero a la vez la más heroica de la Edad Contemporánea, puede escucharse hasta ahora con frescura. Lo es porque remueve aún la médula del hiperconectado y a la vez desconectado habitante del s.XXI. Volví a ver el "Gran Dictador", y volví a sentir la misma emoción por el mismo discurso, tras 7 décadas que no parecen haber pasado sobre esas palabras.
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