Georgia invadió y ahora es invadida. El presidente Saakashvili apostó por ocupar la Osetia del Sur protegida por Rusia, confiando en que Putin y su delfín Medledev no se atreverían a meterse en palabras mayores con un virtual aliado de los EEUU. Después de aniquilar a 2000 osetios en el asedio a Tshinjvali solo tres horas después de prometerles la paz, Saakashvili ahora ve a los rusos volando encima de su cabeza, cuando vistaba la asediada ciudad de Gori.
Esta es, quizá, la primera ocasión en la historia en que se registra audiovisualmente al presidente de un país huyendo de las fuerzas enemigas. Ciertamente Rusia tomará ventaja de la sangrienta estupidez georgiana para evitar ser rodeada por los EEUU en el Cáucaso, y quizá no pare hasta derrocar al pro-norteamericano de Saakashvili, una presencia incómoda en una Rusia rodeada de aliados estadounidenses como Polonia, Letonia y Lituania, además de "hacer algo" con el oleoducto que pasa por Georgia y que plantea competencia a su oferta energética a Europa.
Mientras la batalla de la información se desata, con norteamericanos e ingleses hablando de una agresión rusa sin acordarse que quién comenzó la guerra fue una Georgia en cuya capital hasta existe una avenida George W. Bush, y con los rusos elevando el ataque georgiano a las dimensiones de una limpieza étnica, la guerra ha tomado todas las señales de un conflicto total: peleas entre cazas de combate, hundimientos de barcos de guerra como ayer cuando el crucero ruso Movska hundió un portamisiles georgiano, duelos de artillería y tanques, hackers contra hackers saboteando los dominios .ru y .ge, mientras el resto del mundo espera que el fuego bélico no se contagie a los alrededores y que las bravatas de Dick Cheney prometiendo algo más que ayuda diplomática norteamericana a su aliada Georgia, solo se quede en bravatas.
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