Una crisis de impacto similar a la actual, aunque distinto origen, sucedió en 1973 con la crisis del petróleo. Los países árabes que dominaban la OPEP decidieron suspender las exportaciones de petróleo a los países que habían apoyado a Israel en la guerra de Yom Kippur. Pronto, la principal economía afectada por esa medida, la de los EEUU, se desaceleró dramáticamente y con ello arrastró a la mayor parte del mundo capitalista a una depresión económica que puso fin a una etapa de prosperidad y bienestar en Occidente posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Las condiciones actuales son distintas. Los EEUU ya no representan casi el 40% del comercio y la economía mundial como en aquella época, pero a la vez el sistema capitalista carece de un némesis contra el cual resistir y oponerse. Después de 1973, el sistema no fue cuestionado sino profundizado, porque la alternativa latente era el comunismo representado por el bloque soviético y chino. Como resultado, siete años después, en 1980, los EEUU y el Reino Unido encabezaron una exacerbación del modelo capitalista, pero sobre todo teniendo en cuenta un rival como la URSS que en la década de los 70s pareció dar pasos decisivos a un triunfo en la "batalla de los sistemas".
Pero el comunismo paradigmático soviético se derrumbó inesperada y estrepitosamente entre 1989 y 1991. En tres años, tras la fachada gris y ciclópea se descubrieron los armazones apolillados de un materialismo histórico fracasado. El capitalismo se quedó solo. Sin rivales.
17 años después de la muerte del enemigo por excelencia del sistema imperante, el capitalismo, sin némesis, sin alternativas demoníacas opuestas, sin luciferes ideológicos amenazando su supremacía, afronta una nueva crisis derivada no de factores externos como la OPEP sino de sus propias características. Se ha comenzado a oír por diversos lugares conceptos anatemizados, entre ellas la justicia de la relación entre ricos y pobres, un tema casi dejado en las últimas dos décadas a una inercia darwiniana y considerado populista y simple.
Las cabezas de la gente se alzan para observar a los CEOs en sus torres, antes modelos de éxito y héroes incuestionables, , mientras descubren que se tiene que pagar cantidades astronómicas del dinero de todos para costear sus fracasos particulares. El axis mundi de los últimos 30 años comienza a cambiar.
¿Quién iba a pensar hace unas semanas ver a Nicolás Sarkozy diciendo que la era del mercado desregulado "ces't fini"? (en el 1'38'' de este recomendable informe de Real News).
Y el mejor artículo que he leído en la prensa peruana sobre la crisis, viene de la pluma de Alfredo Barnechea. Aplausos para quienes hacen el esfuerzo de dar la visión panorámica en lugar del plano detalle. En una crisis lo primero que se necesita es perspectiva
Las condiciones actuales son distintas. Los EEUU ya no representan casi el 40% del comercio y la economía mundial como en aquella época, pero a la vez el sistema capitalista carece de un némesis contra el cual resistir y oponerse. Después de 1973, el sistema no fue cuestionado sino profundizado, porque la alternativa latente era el comunismo representado por el bloque soviético y chino. Como resultado, siete años después, en 1980, los EEUU y el Reino Unido encabezaron una exacerbación del modelo capitalista, pero sobre todo teniendo en cuenta un rival como la URSS que en la década de los 70s pareció dar pasos decisivos a un triunfo en la "batalla de los sistemas".
Pero el comunismo paradigmático soviético se derrumbó inesperada y estrepitosamente entre 1989 y 1991. En tres años, tras la fachada gris y ciclópea se descubrieron los armazones apolillados de un materialismo histórico fracasado. El capitalismo se quedó solo. Sin rivales.
17 años después de la muerte del enemigo por excelencia del sistema imperante, el capitalismo, sin némesis, sin alternativas demoníacas opuestas, sin luciferes ideológicos amenazando su supremacía, afronta una nueva crisis derivada no de factores externos como la OPEP sino de sus propias características. Se ha comenzado a oír por diversos lugares conceptos anatemizados, entre ellas la justicia de la relación entre ricos y pobres, un tema casi dejado en las últimas dos décadas a una inercia darwiniana y considerado populista y simple.
Las cabezas de la gente se alzan para observar a los CEOs en sus torres, antes modelos de éxito y héroes incuestionables, , mientras descubren que se tiene que pagar cantidades astronómicas del dinero de todos para costear sus fracasos particulares. El axis mundi de los últimos 30 años comienza a cambiar.
¿Quién iba a pensar hace unas semanas ver a Nicolás Sarkozy diciendo que la era del mercado desregulado "ces't fini"? (en el 1'38'' de este recomendable informe de Real News).
Y el mejor artículo que he leído en la prensa peruana sobre la crisis, viene de la pluma de Alfredo Barnechea. Aplausos para quienes hacen el esfuerzo de dar la visión panorámica en lugar del plano detalle. En una crisis lo primero que se necesita es perspectiva
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