15.1.09

Guantánamo en Majaz

A medio mundo de distancia del Perú, uno cree al ver de lejos a su patria que a pesar de todo vamos por buen camino, cuando de repente se descubren crímenes como éstos:


Los tratados de esta manera no son miembros de algún grupo subversivo, sino simples manifestantes que protestaban contra las actividades de la minera Majaz en sus tierras. El Estado peruano parece tratar a sus propios ciudadanos como indios-estorbo de alguna reserva indígena norteamericana del s. XIX. En la represión de esta manifestación murió una persona, y el resto de los prisioneros fueron sometidos a tratamientos inhumanos y torturas. Según el texto de la Coordinadora de DDHH:

"En esas circunstancias, 29 personas, incluyendo dos mujeres y el periodista Julio Vázquez Calle, fueron interceptadas y conducidas al interior del campamento minero. Allí permanecieron secuestrados durante tres días, siendo además sometidos a diversas formas de tortura psicológica y física. Además de ser salvajemente golpeados, durante estos días se les mantuvo encapuchados con sacos roceados con polvo lacrimógeno y con los ojos vendados, desprovistos de ropa de abrigo pese a las bajas temperaturas.

Según testimonio de los comuneros cada cierto tiempo les colocaban un polvo tóxico en la cara, debajo de los sacos y los vendajes, lo que les hacía vomitar y no les dejaba respirar. Las mujeres fueron sometidas a diversas vejaciones de carácter sexual. Además a todos se les infligieron diversas humillaciones verbales y amenazas.

En octubre del 2007 la institución norteamericana Phisicians For Human Rights, (institución galardonada en el 97 con el Premio Nóbel de la Paz) realizó un peritaje a ocho de las personas torturadas, corroborando los abusos sufridos durante su ilegal retención."

Lo más terrible de todo es que este hecho sucedió a fines de julio del 2005. El 2009 la opinión pública peruana recién ha tomado conciencia de la noticia.

Como sabemos, la mayor parte del enorme crecimiento económico registrado hasta hace poco en el Perú, no se lo llevan los ciudadanos, sino un puñado de empresarios mineros. No sólo la lógica de la desigualdad en la distribución de las riquezas nacionales resulta beneficiosa para contados y abultados bolsillos, sino que la fuente de esta riqueza acaparada por pocos se hace sobre la sangre de los ciudadanos peruanos.

La noticia que debería merecer múltiples titulares de El Comercio (que reviso a diario) pero como no fue así, llegó a mí hace poco por un post de Desde el Tercer Piso. Otro punto menos para la prensa mainstream.

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