20.1.09

EEUU: Fin del Ochenio Nefasto


8 años después, el mundo se convirtió en un lugar peor y más peligroso, gracias a una agresiva y codiciosa camarilla que puso un trágico fin a la prosperidad norteamericana heredada de los 90s. El mundo ahora sabe qué es lo que pasa cuando se mezcla neocons y extremismo religioso: una poción alucinógena que causó el peor bad trip en el país más poderoso del mundo.

Los últimos 8 años norteamericanos tiene un número de calamidades humanas difíciles de resumir: fueron testigos de una invasión con pretextos inverosímiles en Irak, un largo fracaso militar contra los talibanes en Afganistán, la catástrofe más fuerte en el sistema capitalista desde 1929, los derechos fundamentales de la persona consagrados por los "Padres Fundadores" en los EEUU del s.XVIII puestos en cuestión en el s.XXI, la debilidad estatal (o si se prefiere, desidia) mostrada en una catástrofe nacional como el huracán que destruyó la hermosa Nueva Orléans, recorte de impuestos a los ricos, campos de tortura, restricciones a los viajeros en los vuelos de todo el mundo, miedo inducido mediáticamente, paranoia, cruzadas y codicia petrolera sobre la sangre ajena.

No conozco una sola persona sensata de derecha o izquierda que vaya a extrañar este horrible ochenio norteamericano. Cuando el fin de la Guerra Fría parecía abrir las puertas a un mundo mejor, cuando el nuevo milenio se recibió esperando un hito simbólico de la humanidad, no imaginábamos que la primera década del "siglo del futuro" se acabaría pareciendo cada vez más a los años 30s de la pasada centuria.

Distopía. Desilusión. Miedo del futuro. Esa es su herencia.

Quisiera despedir personalmente a los responsables.

Adiós, con un último zapatazo, inimputable ex-alcohólico reconverso convertido en presidente por un fraude electoral. Adiós George W. Bush. Se acabó tu ochenio nefasto. Tu gobierno fue la única "weapon of mass destruction". Lo que te dejó Clinton en orden, se lo entregas hecho un caos a tu sucesor, elegido en una atmósfera casi mesiánica gracias, más que nada, a tu apocalipsis.

Y adiós Dick Cheney, verdadero conductor de los EEUU y Halliburton. A ti, de corazón, te deseo lo peor.

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