En este nuevo y trágico episodio del conflicto en Israel y Palestina, encuentro repetidas
veces ciertos argumentos falaces o endebles que es necesario enumerar.
Encontrarán una clara mayoría de razonamientos (o eslogans) cuestionados de origen pro-israelí antes que
pro-palestino. Eso, porque para comenzar hay que desmentir que:
1. Ambas
partes dan igual.
En
los dos bandos en conflicto existe un lado ocupante y otro ocupado. El lado
ocupante, el israelí, posee una absoluta ventaja militar gracias a la cual goza
de una virtual invulnerabilidad a las acciones del bando ocupado, los cohetes
lanzados por Hamas en Gaza, y las protestas con piedras de los palestinos en lo
que queda de Cisjordania.
Hamas
es una agrupación retrógrada y terrorista, pero no representa una amenaza vital
a la existencia de Israel. Llegó al poder en Gaza mediante elecciones por el
desprestigio de Al Fatah, el partido laico al que Israel no concedió ningún
logro significativo a pesar que hace tiempo optaron por la vía pacífica. Al Fatah se desgastó tras la muerte (o asesinato) de su líder Yasser Arafat y al que se añadieron escándalos de cosecha propia. Así, tras elecciones desfavorables y un conflicto directo con Hamas, quedó excluido del gobierno de Gaza, aunque lo mantiene en Cisjordania.
Israel
sí representa una amenaza real a la existencia de Gaza, que está cercada, aislada
y es bombardeada cada 2 o 3 años, con un saldo de 1000 a 1500 víctimas por
incursión. También representa una amenaza a la existencia de Cisjordania como territorio
palestino. Desde allí no se lanza un solo cohete. Tampoco gobierna Hamas. Sin embargo
la población palestina cisjordana es víctima del derribo constante de sus
casas, la muerte ocasional de sus compatriotas, la destrucción de sus
plantaciones y el cerco de sus núcleos poblados en un proceso abierto de
conversión a bantustanes o “reducciones”.
Vemos
que no es un conflicto donde ambas partes “den igual”
2. Israel
solo se está defendiendo.
Aquí
se choca con algo básico: el derecho a la defensa es altamente cuestionable
cuando quien la esgrime está no solo ocupando sino bloqueando materialmente a
una población (no según los árabes sino la ONU). Si eso no bastara, la “agresión”
de la cual se defienden es visiblemente inefectiva y la respuesta a ella es
brutal y masiva.
En
el caso de este último conflicto la situación se agrava, pues la chispa del
reciente conflicto fue la muerte de tres jóvenes israelíes de las que se culpó
a Hamas. Esta agrupación es conocida por reivindicar cada uno de este tipo de
actos, y negó ser responsable. Finalmente se descubrió que no había sido Hamas
sino una acción aislada, pero los perros de la guerra ya habían sido
desencadenados.
Efectivamente
nada es tan simple porque al omitir todo lo anterior, todavía queda la
dimensión de Israel como un estado que debe dar respuesta a cohetes primitivos e
interceptables. Es una encrucijada difícil, de esas en las que un estado se
mete cuando mantiene una población de un millón y medio de vecinos bajo asedio
como una gran cárcel al aire libre, después de décadas de maltratos y
humillaciones. Pero la respuesta no es un ataque indiscriminado a su población
civil.
3. Israel
entregó Gaza y entrega “tierras a cambio de paz”.
Se
esgrime ciertas veces que Israel “ha entregado tierras a cambio de paz”. Pero
la realidad salta a la vista: las “tierras entregadas” han sido invadidas pocos
años atrás por la fuerza. Finalmente funciona más como un secuestro a cambio de
ciertas ventajas. Funcionó con Egipto, cuya península del Sinaí fue ocupada por
Israel hasta asegurarse que jamás volviera a defender activamente al bando
palestino y reconociera al estado de Israel. Después de 4 guerras perdidas por
los egipcios en esa causa, había poco por lo cual sorprenderse.
Dentro
de Gaza, territorio palestino con un
millón y medio de palestinos y ocupada desde 1967, vivían 8 mil colonos
israelíes cuya defensa era muy costosa. En el año 2005 el gobierno de Ariel
Sharon realizó una “retirada” unilateral que sin embargo mantuvo a Gaza sin
control de sus fronteras y con muchos servicios y abastecimientos sometidos a
la voluntad del gobierno israelí, lo que sigue dándole un estatus de territorio
ocupado según la propia ONU.
Esta
retirada opacó además la propuesta de la Liga Árabe de un acuerdo de paz, donde
a cambio de dejar existir un Estado Palestino varios estados árabes reconocían
el estatus de estado de Israel. Finalmente la “retirada” implicó la posposición
de un estado palestino, y el nacimiento de una Gaza cercada y maniatada.
4. Uso de escudos humanos
Las
acciones de Hamas desde la densamente poblada Gaza ciertamente ponen en riesgo
a la población civil. A pesar que no existe evidencia concreta del uso de
escudos humanos, me parece totalmente probable que una agrupación extremista
como Hamas los haya usado. En cambio, sí está probado el empleo de Israel de escudos humanos, usando menores de edad palestinos. Y estamos hablando aquí no de un bando desesperado, acorralado y en
desventaja, sino de quienes poseen un escudo interceptor de misiles y están en
situación de una virtual invulnerabilidad.
Pero
en el caso de asumir que Hamas usa escudos humanos ¿cuál es la finalidad del
uso de escudos humanos si al rival igual no le importa el costo y bombardea de
igual forma? Siendo crudos, la carne humana es menos efectiva para proteger un
blanco que un sistema anti-misiles. Si
se usó esa estrategia alguna vez, hace muchos años que no parece servir de
mucho.
El
estado israelí además posee la tecnología suficiente para realizar ataques
precisos, pero bombardear con esa tecnología niños corriendo por una playa, o
refugiados en una escuela bajo el amparo de la ONU convierte esa precisión en
una obscenidad.
No
debería hacer falta mencionar que la respuesta a una acción terrorista que se
camufla entre civiles inocentes no es el asesinato colectivo y sistemático de
esos civiles.
5. Cuestionar
a Israel es anti-semita / pro-terrorista
Cuestionar
y reprobar las acciones de un estado que ocupa territorio ilegalmente, cerca y
acosa a su población, y la somete a represalias brutales cada 2 o 3 años no es
producto de racismo o discriminación hacia ninguna etnia o religión. La carta
del anti-semitismo es una de las mayores falacias esgrimidas al respecto.
Oponerse
a la respuesta israelí ni siquiera es anti-sionismo. La mayoría de la población
mundial y de los estados no se cuestiona de manera alguna la existencia de
Israel como patria hebrea en terrenos donde cuenta con una cuota de tradición
histórica. Lo que sí se cuestiona es que en el camino se realice el desalojo,
demolición de propiedades, confiscación de tierras y asesinato de miembros de
otro pueblo asentado tradicionalmente allí, que es el árabe-palestino.
Finalmente,
oponerse frontalmente a las tácticas del estado israelí de castigo a la
población civil con miles de muertes en su enfrentamiento contra la facción
terrorista Hamas no es apoyar a Hamas. Al contrario, movimientos como Hamas se
benefician de tales acciones brutales, contraponiendo a su retrógrado
integrismo islámico el asesinato, por parte de su rival, de miles de víctimas
inocentes, una gran parte de ellos niños. Hamas se refuerza con estos
acontecimientos, lo que a su vez reforzará una posición más dura desde el lado
israelí y acentuará a extremos insospechados la violencia del conflicto. Por
eso, la respuesta con bombas hacia la población civil desde el lado que tiene
el control y dominio militar de la situación es el peor de todos los caminos
posibles, que conduce a un final oscuro e incierto.
6. Palestina
nunca existió, así que no hay nada que reclamar.
El
estado Palestino efectivamente nunca existió, como tampoco Jordania, Siria o
Iraq previamente a la partición colonial del Imperio Otomano tras su derrota
ante franceses e ingleses en la Primera Guerra Mundial. Pero sí existió
población árabe, y resulta que son las mismas personas con los mismos derechos.
Los árabes de Palestina pertenecen a una comunidad mayor que es la nación
árabe, pero su partición en múltiples estados los llevó a enarbolar la bandera de Palestina, como
estado representante de los árabes en ese territorio donde viven desde hace
1500 años. Como dato, si consideramos una ocupación previa de una tradición
judía, esta data del 1200 a.C. hasta el 66 d.C. un tiempo mucho menor (menos de
1300 años) y más antiguo. Tampoco es
necesario que una población haya formado previamente un Estado para reconocer
sus derechos a habitar y gobernar por sí mismos una tierra que les pertenece
por siglos.
Estos
datos además son secundarios ante el peso actual de una población israelí y
palestina actual en estos territorios, ambas intentando forjar un destino mejor
para los suyos. Pero esto no puede desembocar en la deslegitimación de existir
de uno de los estados, tanto por parte del no reconocimiento (que se mantiene
por parte de la Liga Árabe como su herramienta sobreviviente de negociación,
ante su irrelevancia militar) como del sabotaje constante por parte de Israel a
la existencia de un estado Palestino.
7. Israel
no debe existir
Si
bien es cierto que Israel nace como un proyecto dentro de la lógica colonial
del siglo XIX, donde se podían ocupar territorios ajenos en nombre de las
fronteras trazadas a miles de kilómetros de distancia en una mesa europea, la
coyuntura a solucionar actualmente no debe retraerse al siglo XIX sino al XXI.
Existe
una población emigrada a la zona de origen judío con múltiples orígenes (ruso,
norteamericano, alemán, francés, etíope, etc.) que llegó intentando encontrar
un refugio de incesantes persecuciones, y finalmente de un intento de
exterminio masivo como fue el del Tercer Reich. La idea inicial de la
construcción de Israel es un proyecto lleno de logros que causan maravilla,
como la instalación de prósperos kibutz y la edificación de un estado donde al
fin una población históricamente acosada pueda vivir, teóricamente, en paz.
El
problema fue la lógica inicial colonial que trasladó el proyecto de una patria
judía a una de las encrucijadas históricas de conflicto mundial, un territorio
con demasiada historia y sangre sobrepuesta en capas. Pero esto no es un
argumento sólido para negar la existencia de un estado israelí en la zona. La
resolución 181 de la ONU en 1947 otorga un estado no solo a la población árabe
existente sino a la judía migrante y es algo que debería ser irreversible.
8. Israel
debe volver a las fronteras de 1947 / 1967
A
estas alturas de la historia, el retroceso de las fronteras de Israel a sus
linderos establecidos en 1947 o incluso 1967 es algo irreal y pedirlo ocasiona
un entrampamiento en cualquier negociación. La zona fue testigo en muy corto tiempo de
numerosos conflictos donde Israel salió abiertamente triunfante, y eso es una
realidad imposible de ignorar.
Cualquier
solución para la formación de un estado Palestino no puede desconocer la
configuración geopolítica y demográfica actual. Esto no significa que se deban
avalar la colonización ilegal de tierras palestinas en Cisjordania o la ya nada
solapada política de convertir a Gaza en una zona inhabitable, pero sí
reconocer un contexto donde existe una potencia dominante y con clara
superioridad que puede quedarse con la mayor parte de la torta. Si se ignora
esta realidad se le dará chance a que se quede con toda.
9 .Israel
comete genocidio
La
palabra “genocidio” ha sido muy manoseada por diversos intereses a lo largo de
muchos enfrentamientos alrededor del orbe desde la Segunda Guerra Mundial. La
política de Israel es hostil y sin concesiones significativas hacia los palestinos,
también porque una vez se comienza una
ocupación agresiva, las opciones de las que disponen se reducen
considerablemente. Sin embargo calificar de genocidio el conflicto actual es
poco preciso y desprovee de seriedad a cualquier crítica al accionar israelí.
Los
genocidios según la resolución 61 de la ONU se caracterizan por “la intención de destruir
total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”,
sin embargo dentro de Israel existe una significativa población árabe que no
está sujeta a una limpieza étnica, (aunque sí a un acoso y pérdida de derechos,
donde se pueden ver varios símiles con el apartheid) por lo que el problema no
es tan “blanco y negro” sino mucho más complejo en este sentido.
Ciertamente
es de interés de Israel que las zonas donde aún no ejercen un control absoluto
(Gaza y los bolsones en Cisjordania) queden debilitadas o aisladas, y quizá
despobladas, pero más que por un intento de genocidio contra la población
árabe, por una extremista visión de seguridad nacional. Pero esta seguridad nunca
será completa mientras no permita a la otra población milenaria contar con un estado propio. El territorio correspondiente a ese estado está ocupado por la fuerza en desafío al derecho internacional.
10. En vez de hablar de Gaza
deberíamos hablar de Siria, Ucrania, Sudán …
Es
visible que hay conflictos actuales con un número mayor de víctimas, como la
guerra civil en Siria, con profundas implicancias geopolíticas como la de
Ucrania, con rasgos más extremos como el del califato islámico en parte Irak, o
pasadas bajo el radar como Sudán del Sur. ¿Por qué llama la atención el
conflicto en Palestina?
Por
la antigüedad del mismo problema. Son casi siete décadas de una herida
sangrante y cuya solución parece alejarse cada vez más.
Porque
la correlación de fuerzas existente podría llevar a un manejo unilateral mucho
más prudente. Israel mantiene un control absoluto en el plano militar. Su
existencia no está amenazada y sus vecinos árabes no pueden siquiera soñar con una
intervención: Egipto está sumido en problemas internos, Jordania no
tiene peso, Líbano está destrozado (por conflictos internos y desde 2006 por Israel), Siria se despedaza
a sí misma en una guerra con muchas facciones y 170 mil muertos e Irak es una
fractura sangrante desde la invasión norteamericana de 2003. Israel además
posee un apoyo por parte de EEUU que no posee ningún otro país, con opciones a ponerlo en aprietos o contrariarlo abiertamente, y esto sin mayores consecuencias en la abundante
ayuda económica que reciben sus 8 millones de prósperos habitantes.
Finalmente
porque Israel debería representar como Estado los altos valores que tantos
científicos y filósofos de origen judío han afirmado en su cultura a lo
largo de su rica historia. Es cierto que es una coyuntura difícil, que están
entrampados después de patear el avispero e intentar acampar donde no deben de manera tozuda, pero en vez de producir un Maimónides o un Salomón que llegue a una solución justa a los dilemas, tenemos demasiados herederos de Ariel Sharon.
La
única esperanza visible es que el propio Israel recapacite de lo que está cometiendo en
nombre de una seguridad que será imposible de conseguir por esta senda.
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