3.10.06

El Limbo, cruzando la Eternidad


Ultraje es una forma peculiar de ofensa. Entre todos los seres vivos conocidos, es de uso exclusivo de la especie humana. Lo ejercemos no solo contra nuestros semejantes y nuestro entorno. Este año en cuestión hemos comenzado a embestir el orden cósmico y el multiverso en suma.

El Sistema Solar ya se había quedado sin nuestro viejo amigo: el frío, distante y errático Plutón. Un congreso mundial de astrónomos decidió desalojar al viejo dios grecorromano de su merecido lugar en el firmamento. Ya no tendría morada en el sitio donde habitan sus hermanos Neptuno y Júpiter como también su padre Saturno y su madre Gea (la Tierra). Nos faltó de pronto un lugar donde pensar el límite de nuestro orden planetario, mientras que se deshonraba a uno de los grandes dioses de la Antigüedad. Los que votaron a favor de la desaparición del Señor del Infierno y la Muerte no deberán esperar un trato precisamente preferencial cuando, a su tiempo, crucen las aguas del Estigia.

Pero el hambre de la Humanidad por sacrificar entes celestiales no ha sido saciada con un planeta: queremos destruír una dimensión entera, un plano de existencia completo. Quizá animados por el poder ejercido por un congreso de astrónomos, que pudo quitarle los galones de planeta al terrible Plutón, un similar congreso de teólogos está discutiendo estos días la forma de abolir El Limbo.

Estos grandes pensadores religiosos llegan amenazantes. Conducen sus máquinas demoledoras, alimentadas por escolásticos combustibles y versículos explosivos. Se han parado en frente de ese viejo y misterioso terreno que alguna vez les sirvió para muchos fines: alojar a niños muertos no bautizados y patriarcas del Antiguo Testamento entre otros outcasts que desafiaban con su mera presencia la lógica redencionista del Nuevo Testamento. Y muchos más. Quizá no solo ellos tenían un lote allí. Otros seres que se escapan a la razón humana compartían morada. Por definición etimológica, el Limbo es la frontera por excelencia, el espacio entre dos mundos que es un espacio en sí.

El único lugar fuera de la jurisdicción moral en que se dividió la Otra Vida: Paraíso, Purgatorio, Infierno. Clase alta, media, baja y la sección alternativa: el Limbo. No encaja en este mundo donde se exigen cosas concretas y con una utilidad práctica. "¿De qué sirve una dimensión entera, un universo infinito ubicado en los bordes de ningún lado y que roza todos a la vez?" - se preguntarán algunos teólogos pragmáticos - "¿para qué queremos ahora El Limbo, después de dos milenios de uso?"

Por alguna referencia subconsciente le atribuí el verde fosforescente como color predominante. Y que por ser el lugar limítrofe por excelencia, no existían los límites allí. Llegado el momento de disolverme en el Todo, tendría mi sitio en el Limbo. No importa lo que le hagan, al puesto donde intenten degradarlo, o los intentos por quitarlo de alguna mitología más. No podrán contra mi dimensión favorita.

Siempre que las cosas se escapen a donde no deben .
Siempre que haya algo absurdo que tenga que existir eternamente.
Siempre nos quedará El Limbo.

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