Entre lo "políticamente incorrecto" y el ardiente deseo de la extinción de millones de vidas humanas en un infierno flamígero existe un trecho de largo aliento que exige dedicación y tendencias psicópatas. Aldo Mariátegui, el influyente director del diario limeño "Correo", acaba de completar esa maratónica distancia con el editorial de hoy:
Lástima. Que. No. Le. Hicieron. Caso.
Estaba acostumbrado a rebuscar su 20% de opiniones sensatas, mezcladas con su 80% de quejonería plutócratica.
A partir de ahora, ya parece inútil. Una cosa son los arranques estilo Kiko ("chusma, chusma, pfft") y otra estos más que siniestros arrebatos de sinceridad a lo Dr. Strangelove, cuando no podía evitar que su brazo hiciera el saludo nazi.
Pero no puedo decir que constituya una sorpresa que ahora supere a su columnista más demente y nefasto, ese supremacista blanco senil que es Andrés Bedoya. Quienes leemos los editoriales de "Alditus", ora con risas, incredulidades, abucheos y ocasionales reconocimientos, creo que hemos podido ver entre su creciente empleo de putamadreríos y carajeadas, las giros de los tornillos en su cabeza que han terminado por caerse hoy.
Lo peligroso es que, junto con Alvarez Rodrich, Rosa María Palacios y alguno que se me pase por allí, es uno de los periodistas más influyentes del país. De esos que escuchas o lees y comentas por default.
Esa forma de pensar va a pasar de contrabando a la cabeza de muchos de sus lectores, entre chiste y chiste sobre los caviares. En esta ocasión, el chiste parece una de esas bombas redondas con apariencia de caricatura pero con pólvora de verdad.
Qué digo pólvora.
Plutonio.
"Los rojos estaban comandados por Kim Il Sung, un demente que atacó sorpresivamente y casi conquista toda la península. (...) MacArthur propuso escalar la guerra y usar armas nucleares para destruir a Mao (¡lástima que no le hicieron caso!), en abierto desafío a Truman, lo que acarreó su destitución."
Lástima. Que. No. Le. Hicieron. Caso.
Estaba acostumbrado a rebuscar su 20% de opiniones sensatas, mezcladas con su 80% de quejonería plutócratica.
A partir de ahora, ya parece inútil. Una cosa son los arranques estilo Kiko ("chusma, chusma, pfft") y otra estos más que siniestros arrebatos de sinceridad a lo Dr. Strangelove, cuando no podía evitar que su brazo hiciera el saludo nazi.
Pero no puedo decir que constituya una sorpresa que ahora supere a su columnista más demente y nefasto, ese supremacista blanco senil que es Andrés Bedoya. Quienes leemos los editoriales de "Alditus", ora con risas, incredulidades, abucheos y ocasionales reconocimientos, creo que hemos podido ver entre su creciente empleo de putamadreríos y carajeadas, las giros de los tornillos en su cabeza que han terminado por caerse hoy.
Lo peligroso es que, junto con Alvarez Rodrich, Rosa María Palacios y alguno que se me pase por allí, es uno de los periodistas más influyentes del país. De esos que escuchas o lees y comentas por default.
Esa forma de pensar va a pasar de contrabando a la cabeza de muchos de sus lectores, entre chiste y chiste sobre los caviares. En esta ocasión, el chiste parece una de esas bombas redondas con apariencia de caricatura pero con pólvora de verdad.
Qué digo pólvora.
Plutonio.