La independencia de Escocia supondría un cambio de banderas,
monedas, nuevos pasos fronterizos y su momentánea suspensión de la UE y la OTAN.
También mucho, mucho petróleo pasaría a administración exclusiva de los
escoceses que, a pesar de su probable agotamiento a mediano plazo, fue una de
las razones más poderosas para que la población contemple la independencia, junto
con una serie de discrepancias de la población con el gobierno central de
Londres. Pero además de esas y otras consecuencias para la antigua potencia británica,
existen ondas de choque de este posible acontecimiento a nivel mundial, entre
las más importantes:
1. El auge global de proyectos separatistas. El
Reino Unido siempre ha ido a la vanguardia de muchas tendencias mundiales: desde
el desarrollo de la institución parlamentaria y la revolución industrial hasta
el buen rock y el humor absurdo. En este caso, que un país considerado aún como
potencia sirva como ejemplo de un desmembramiento sin necesidad de guerra civil
o colapso social y económico “a la URSS”, alimentará o resucitará múltiples proyectos
tanto en Europa como en otras latitudes (Cataluña, Italia del Norte, Flandes, Quebec,
etc.) Si Escocia se independiza, veremos un mundo un poco más atomizado, además
de nuevos países, banderas y capitales qué memorizar.
2. Un posible portazo a la Unión Europea. El
referéndum de 2015 para la permanencia de Inglaterra en la UE probablemente se
inclinaría hacia la separación de la Unión sin la población de Escocia, que es
mayoritariamente europeísta y que ha pesado como respaldo a la UE dentro del
Reino Unido. Sería el primer antecedente de un país que abandona el gran
proyecto europeo, ya golpeado por la crisis y el escepticismo,
3. La inexistencia del Reino Unido como
potencia nuclear. Las bases de los submarinos Trident en Escocia, armados con misiles nucleares, constituyen el
espinazo de la fuerza del Reino Unido como potencia nuclear. Las fuerzas
independentistas han dejado claro que ese poder nuclear no tendrá lugar en una
Escocia independiente y que las bases de esos submarinos no subsistirán después
de 2020. Mientras los costos de traslado de todas las instalaciones a territorio
inglés son muy altos, la población de las islas ya se pregunta si es totalmente
necesario o relevante mantener un poder nuclear propio en un contexto con
aliados nucleares en la OTAN como EEUU y Francia.
4. Un Consejo de Seguridad de la ONU con un
socio disminuido. El Reino Unido mantendrá su sitio en el Consejo de
Seguridad en la ONU, aunque mucho más debilitado, quizá como la menor de todas
las potencias con un sitio permanente en este privilegiado grupo. Los
precedentes de países que han experimentado secesiones de parte de su territorio
original ya existen en los casos de China en 1949 (cuya encarnación continental
pudo recuperar ese asiento en 1971) y la espectacular disolución de la URSS en
1991, que dejó a Rusia como estado heredero del escaño.
5. Estados Unidos enfrentado a más responsabilidad
con Occidente y gasto militar. La secesión de una parte importante del más
fiel aliado de los EEUU en el mundo obligaría al gobierno de la superpotencia americana
a cubrir los huecos que dejaría una Gran Bretaña ya no tan grande. La independencia
de Escocia implicaría además de pérdida territorial y posible salida del club
nuclear, la disminución tanto de la población, economía, recursos naturales y
fuerzas armadas del Reino Unido. Los
EEUU se han apoyado en muchas de sus operaciones e intervenciones mundiales en
las fuerzas inglesas como aliado prioritario y casi siempre “a la orden”. Con
éstas fuerzas disminuidas y hasta enfrentadas en un dilema existencial sobre si
vale la pena mantener la apariencia de una gran potencia que ya no es, el rol
de los EEUU como fuerza militar defensora de los intereses de Occidente queda
cada vez más solitario, justo cuando se planteaba recurrir a más ayuda y
responsabilidad de los aliados.